Le digo la verdá? No entiendo a esa gente que no le gusta la estufa a leña. Así de “one” se la tiro Doña. No me explico cómo, con todo lo “folck” que es la de a leña, no entiendo cómo hay gente que no le gusta.
Cierto es que con la vorágine reinante en el día a día, tal elemento calentativo te produce una pérdida de tiempo importante, lo sé. Pero hay que mirar siempre el vaso medio lleno, bueno, en éste caso que el vaso quede medio lejitos porque si se llega a caer me la apaga y con lo que costó prenderla, deje, ni me diga. No me desvíe el tema Doña Eutanasia Calamidá, que después le pierdo el hilo y me enderivo pa cualquier lado.
Decía que sí, que es cierto que se demora pa prenderla.. bah, yo pierdo tiempo en pila con la “endemoniada”… le gusta el nombre? Parece nombre de novela mexicana no? “La endemoniada”, una mujer atrapada por su pasado, suéltame pasado (Sic Les Luthiers); le puse así porque ta, es estufa, o sea, femenino y por todo lo que engloba la palabra demonio, por supuesto primero el calor, después las cenizas que quedan por la combustión de madera y fuego, aunque pensándolo bien, yo no sé si hay cenizas en el infierno, porque si usted se pone a pensar, como que el averno siempre ta prendido, me imagino yo, en ése caso más que carbón habría brasas, creo… brasas como pa hacer varios corderos, tas loco! Si llega a ser así, cuando llegue el momento de irme, que me entierre con un par de funditas de chela bien frapé, por si acaso voy pa abajo, pa tar preparau, sépalo, si señora sí! Y ya me hizo irme de tema otra vez!
En estos tiempos, que uno anda al palo todo el santo día yendo y viniendo, entrando y saliendo; tiempos los cuales son más de apretar un botón y salir, más del “touch and go”, más del toco y me voy, creo que el prender la estufa a leña es algo más terapéutico que otra cosa, no verdá lo que digo? Clavau mi vieja, es todo un arte que conlleva su precisa preparación desde el limpiado de la misma hasta el proceso de llegar al tan ansiado fuego!
Es quizá sólo en ése momento cuando uno puede llegar a sentir una sensación cuasi igualita a la que sintió el Homo Sapiens cuando descubrió que con 2 piedritas podía armar tremenda fogata!! Juelepe, susto, diarrea… qué se yo! No, seguro que no! Imagínese usté Vecina, ta ahí, jugueteando con un par de piedras y enderrepente y sin querer se le saltan unas chispas y le aparece un algo amarillo, movedizo, bamboleante que consume los pastos secos alrededor suyo e irradia calor, cuando lo ve y lo toca, se quema y le arde, empiezan a saltar chispas pa todos lados y eso empieza a crecer y a quemar cuanto pasto y planta aiga por la vuelta!! Miedo me da Vecina, miedo!! Pero después que aprendió a controlarlo, es esa la sensación que uno tiene cuando arde en la estufa… satisfacción!
Pero claro, pa eso se precisa tiempo y dedicación. Totalmente relajante Doña! Imagínese, llega a las casas, hecha un cubito de hielo porque afuera el Rey Invierno sopla y sacude, congela; llega al rancho, se saca la campera mojada, se pone otra seca, se calza las bigotudas, que por más que no sean forradas con corderito, tienen la cobertura de años calzando a nuestros paisanos, así que vienen con garantías, delo por hecho! Pone el agua a hervir pal mate, previa frotada de manos porque ta “chochi”; y arrima la sillita petisa pal elemento en cuestión a prender. ¿No usa sillita enana usté? Su comentario fue totalmente “enanofóbico”, no pienso ni repetirlo ni mucho menos suscribirlo, deje, nos dejan de publicar y nos mandan presos.
Decía, arrima la sillita de mimbre bajita, y de a poco va armando la cuestión. Elije un palo trasfoguero, lo descascara cual margarita al ritmo del “me quiere mucho poquito nada”, le pone papel, cascaritas arriba, palitos medios finos, prende con fósforo pa que agarre mejor, se consume el papel sin agarrar ni palo ni cáscara, pone más papel, se acomoda en la sillita, se saca el gorro, empieza a tomar calor, usté, la estufa sigue fría.
Mueve los palos, pone más papel, prende, sopla, sopla y resopla; queda pálido y mareado, se saca campera y buzo, queda en manga corta; busca cartón, revistas, mailings del super, le saca los rollitos de cartón de los rollos de PH, envases de huevo, bolsas de plástico, se c… en el medio ambiente, todo se lo consume la estufa, todito, un hambre voraz. Sale a la calle con la manguera del patio y una bolsa, una punta pal tanque, la otra pa la boca, saca medio litro de nafta, entre lo pálido por soplar y ahora lo mareado por la succión del combustible y la aspiración del éter que desprende, llega a la estufa, tira la bolsa entera a la misma arriba de los palos chamuscados, a duras penas prende un fósforo y lo larga pa dentro… explosión!!
Cuando despierto, estoy en el sillón, con el “Perro Pato” al lado mío, lambiéndome lo negro y chamuscado en la cara. La fogata prendida gracias a la “Gordita”, el médico del Hospital que se ta yendo. Le pregunto: “Doctor, qué tengo?”, “Un trauma” me contesta, “Qué hago?” le digo, “cambiá pa la eléctrica sino te vas a matar”.
Y acá estoy, sentadito en la sillita enana, casi a “cacumba” de la de a cuarzo, con un tubito sólo prendido porque gasta mucho, mientras miro de reojo la de a leña… Es terapéutico sí. No entiendo cómo hay gente que le puede gustar la estufa a leña. Deje, ni me hable. Un asco todo.
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